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Respiro en tiempos de sofocación al COVID-19

Respiro en tiempos de sofocación al COVID-19

En estos tiempos de aislamiento necesitamos mas que nunca entender que somos un cuerpo y no una fábrica de prótesis que hace injertos en vez de restaurar el mismo organismo. Nuestro acercamiento al uso de los instrumentos de las plataformas digitales, deben llevarnos a una seria reflexión de como podemos construir puentes de conexión que se relacionen con un mundo afectado por la desesperanza…

1, 2, 3, Pescao

1, 2, 3, Pescao

“Lo que Jesús quiso hacer era transformar el paradigma de la pesca y el pescado. Les habló de usar sus destrezas para alcanzar seres humanos. Era una convocatoria para explorar desde sus capacidades, cómo podían transformar lo que pensaban que eran ellos a cómo Dios les miraba”.

Tragedia, dolor y esperanza

Tragedia, dolor y esperanza

“Después de todo, la pregunta no debe ser dónde está Dios cuando hay dolor, sino mas bien, dónde se encuentra la iglesia. Nos toca ser iglesia. Ser el cuerpo de Cristo. Ser siervos que aman para bendecir. El dolor, nos convoca a ser el cuerpo de Cristo y nos toca a nosotros responder”.

El espejo del solsticio

El espejo del solsticio

Meses atrás, surgió un movimiento masivo de pueblo que lo identifican como el Verano del 19. Ya no es verano. Mas bien es invierno. Ambos eventos caen luego de solsticios que apuntan a cuán cercano o alejado nuestro hemisferio está del sol. Es un nuevo año, mirándonos en el espejo de aquel solsticio. La diferencia del invierno al verano es que la distancia con el sol es mayor y la penumbra es mayor. Es como aquella madrugada del 7 de enero en la que se nos movió el piso.

Nos toca descansar y confiar

Nos toca descansar y confiar

“En tiempos de ansiedad, nos toca descansar. En tiempos de preocupación nos toca confiar. Las réplicas seguirán, pero en algún momento, cesarán. Sin embargo, Dios siempre estará con nosotros. Confía. Dios está contigo”.

Lo que aprendí gracias al terremoto

Lo que aprendí gracias al terremoto

Este evento en mi vida me permitió aprender a cuidar mejor de mí misma y a animarme a indagar en cosas que antes no me atrevía. Me permitió acompañar a otros en su propio dolor, y a abrir espacios seguros para que sanen individuos y comunidades. No soy psicóloga ni terapeuta, pero he descubierto que el regalo del acompañamiento, el proceso del sanador herido, puede ser la clave en la resiliencia y el crecimiento postraumático de una persona o comunidad.