La paz transformadora

Vivimos en un mundo caído que nos mantiene caminando temerosamente de una crisis a la otra. Parece que cada mañana nos despertamos con un nuevo peligro. Hemos pasado de un huracán devastador, un proceso de reconstrucción lento, temblores continuos en el sur de la Isla y desconfianza en los procesos de manejo de crisis en el país. A esto se le añade la pandemia de virus, nuevas cepas de gripe, y la continua configuración de una recesión económica en Puerto Rico.

En estos momentos que estamos pasando por muchas situaciones de ansiedad y preocupación es comprensible que nos sintamos con impotencia ante este estado de cuarentena que vivimos. La cantidad de contagiados que hay en el mundo es preocupante y puede que nos agote emocional y mentalmente de solo pensar en eso.

Podemos leer en la escritura que en la carta a los filipenses, Pablo escribió:

Que su amabilidad sea evidente a todos. El Señor está cerca. No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús

Filipenses 4:5-7

Luego están nuestras propias crisis personales es comprensible que sintamos  y temor en nuestros corazones. Nos sentimos impotentes a medida que los eventos giran fuera de nuestro control.

También Podemos leer en Isaías 41:10 cuando dice:

No tengas miedo, porque yo estoy contigo; no te desalientes, porque yo soy tu Dios.Te daré fuerzas y te ayudaré; te sostendré con mi mano derecha victoriosa 

Isaías 41:10

Ahora, no negamos que en ocasiones, queremos confiar en Dios, pero hay momentos en que la paz se nos escapa. Estamos preocupados y ansiosos. 

Nos toca ser Valientes y confiados en Dios. 

Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.

Josué 1:9, RVR

La valentía es el temor reverente que ora y busca a Dios en todo momento. Una vez más, seamos fuertes y no tengamos miedo.

Nos resta, llevar nuestras preocupaciones al Señor.

Pidámosle al Señor que conoce nuestra realidad.

Dios, tú conoces que el miedo, la ansiedad, la duda y las preocupaciones atrapan mi mente y me roban el gozo, la paz y el descanso. Ayúdame a enfrentar este proceso con la dirección de tu espíritu. 

Es tu palabra la que nos dice: “echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5:7).

Hagamos esta oración: 

"Padre, confío en que no quieres que pierda un momento de mi vida con esta inquietud. Calma mi corazón acelerado y llena mi mente perturbada con esperanza y  paz ". Asegúrame que ninguna arma forjada prosperaré. Tienes un plan y un propósito para mí en este momento de confusión. ‘Padre:" Muéstrame tus caminos, Señor, y concédeme el valor para seguir a donde nos lleves. Amén ".