Palabra y oración, el refugio para conectarnos con Dios

Efesios 6:17b- 18: ...y la espada del Espíritu que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos.

Últimamente, he pensado en lo vital de poder hablar con Dios y expresarle lo que pasa por nuestra mente y corazón; darle detalles como al amigo más cercano, sobre lo que nos sucede por medio de la oración. Pero, como en toda comunicación, debemos estar disponibles para que no se vuelva un monólogo y así escuchar cuáles son sus recomendaciones y la dirección para nosotros. Mantenernos firmes implica tener una base sólida, que nos quite toda distracción en las circunstancias.  Así podemos enfocarnos y seguir.  Es en Dios, en su palabra, donde encontramos nuestras certezas y un refugio seguro. 

La letra de una alabanza que dice: "encuentra mi escondite, alcánzame si huyo, oh, Señor", me recuerda esos momentos en que nos apartamos, estamos distantes o cortamos unilateralmente la comunicación. También, los momentos de incertidumbre de Elías, el profeta que combatió la idolatría en Israel.  Aquel hombre que posó con la viuda de Sarepta, quién oro por lluvia.  Quién también huyó, tuvo miedo y pese a ser instrumento de gran bendición y recibir innumerables victorias, dudó y temió por su vida. En esos momentos, lo que humanamente anhelamos es tener algo de certeza. Esos eventos también sacudieron al profeta, y desde su experiencia, palpamos la misma fidelidad de Dios, la cual no se ha extinguido y sigue creciendo para ayudarnos en nuestras batallas. No necesitamos de un "stay home message”, para combatir esta pandemia social, económica, emocional o de cualquier otra naturaleza (que nos esté afectando).   Tal vez creemos que solo al refugiarnos en casa, o huir, estaremos seguros.  Esto es una analogía que nos daría la falsa sensación de seguridad de que al quedarnos encerrados evitaremos que algo malo pase, aplicada en un sentido extremo. No, no se trata de eso. Va más allá.  Es tiempo de creer, pedirle a Dios mediante su Hijo Jesucristo, que aumente nuestra fe, que nos ayude a entender los procesos para alcanzar la madurez espiritual y el crecimiento mediante su palabra. Que nos enseñe a interceder por otros. Nuestro Señor es claro y accesible.  Él dijo: "Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad".  Confiemos, Él sabe cómo ayudarnos. Es como cuando estamos en el prekinder, y comenzamos aprendiendo desde lo básico.

Sigamos con una curiosidad viva (como los niños), para conocer lo que Dios nos quiere enseñar.  Permitamos que sea Él quien nos enseñe el significado de la verdadera compañía, del amor, la amistad y todas esas cosas que anhelamos. Descansemos, pues Dios anhela desarrollar en nosotros todas esas capacidades que nos regaló y no nos dejará solos en la aventura de descubrir su propósito en nuestra vida. No necesitamos hacer una cita.  Está disponible de manera generosa 24/7, practiquemos la escucha activa al acercarnos y compartamos con otros este regalo.

Violeta Contreras