El vaso

“No se aflijan por nada, sino preséntenselo todo a Dios en oración: pídanle, y denle gracias también. Así Dios les dará su paz, que es más grande de lo que el hombre puede entender: y esta paz cuidara sus corazones y sus pensamientos por medio de Cristo Jesús. (Filipenses 4:6-7 DHH).  “Vengan a mi todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso (Mateo 11:28 NVI).

Un sicólogo en una sección grupal levantó un vaso de agua, todo el mundo esperaba la típica pregunta: ¿Está medio lleno o medio vacío? Sin embargo, preguntó:  ¿Cuánto pesa este vaso?  Las respuestas variaron entre 4 y 6 onzas.  El psicólogo respondió: “El peso absoluto no es importante, depende de cuánto tiempo lo sostengo. Si lo sostengo 1 minuto no es problema, si lo sostengo 1 hora, me dolerá el brazo, si lo sostengo 1 día, mi brazo se entumecerá y paralizará. El peso del vaso no cambia , pero cuanto más tiempo lo sujeto, más pesado, más difícil de soportar se vuelve”.

Y continuó: “Las preocupaciones son como el vaso de agua. Si piensas en ellas un rato no pasa nada. Si piensas un poco más, empiezan a doler y si piensas en ellas todo el día, acabas sintiéndote paralizado, incapaz de hacer nada”.

En este tiempo de distanciamiento social ha sido un uno de cambio, de incertidumbre, de preocupación, angustia para todos; y no es para menos, porque nuestra rutina cambió de un día para otro, y no estábamos preparados para esta situación tan inesperada.  La realidad es que nadie está preparado para situaciones como estas.

Pero la Palabra nos exhorta y anima.  Cuando nos sentimos agobiados, afligidos, vayamos a Él en oración y Dios nos dará la paz, (la paz que no es ausencia de problemas); sino la tranquilidad de que ÉL nos escucha, se interesa, actúa y está con nosotros. Dar gracias   porque esa es su voluntad para este tiempo.  Para mí, eso es un “wow”, ¡que en los momentos más difíciles demos gracias! Eso se oye bien bonito y estamos consiente que no es fácil. Pero cuando estamos conectados con Él, podemos sentir esa tranquilidad que no podemos entender porque solo viene de ese Dios maravilloso que servimos; y podemos volver a respirar confianza.  Esa es nuestra esperanza viva; que Jesús tiene cuidado de nosotros, que sus misericordias no terminan y son nuevas cada mañana.  Descansa en el Señor, ora, lee la Biblia y confía porque no estamos solos.  Él está en CONTROL. La pregunta que nos debemos hacer es ¿qué estás haciendo con tu vaso? Tu vaso de la preocupación, del sueldo, cuando terminará todo esto etc. ¿ Estás dejando que Dios tome tu vaso?  Dios te bendiga.

Marta Alicea Rolón