Resurrección: Amor eterno

Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.  Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente) (Juan 11:25-27) Reina-Valera 1960.

Eternidad, concepto muy difícil de entender. Obviamente, no hemos tenido una experiencia que podamos usar de referencia para captar su significado. Nuestra existencia en la tierra y todo lo que hemos visto en ella se gasta y desaparece. ¿Cómo entender lo inmedible? Hasta ahora lo que yo sé es que los números son infinitos y eso es un concepto matemático, no biológico. Es la eternidad en términos de la realidad humana la que me interesa.

Para creer que la eternidad existe, primero debemos tener conciencia de nuestra propia existencia. Segundo, hay que creer que existe lo que es eterno.  Si tuviéramos la visión de ver más allá de nuestra vida física, más allá de lo que pueden ver nuestros ojos, sabríamos de qué se trata.

Eternidad: cualidad de algo que no tiene principio ni fin. Aunque el hombre no entiende del todo la profundidad de su significado, ha creado representaciones artísticas de la eternidad. El símbolo que representa lo eterno es una elipse que se tuerce y se encuentra a sí misma. El principio encuentra el final (su última parte) hasta el infinito. Este símbolo antiguo representa una serpiente mitológica que se muerde la cola.  También he visto el símbolo de círculo que gira en sí mismo y en cada órbita se empequeñece hasta llegar al centro en un punto donde imaginamos que sigue girando hasta el infinito.

El ser humano no tiene la cualidad de ser eterno pues tiene un comienzo en su existencia. Quisiera ser infinito pero sabe que va a morir.  El que no cree que Dios exista piensa que su existencia termina cuando muere su cuerpo. Cuando mueren personas admiradas y queridas nos entristece profundamente. Esto me recuerda la vez que vi llorar a mi jefa. Se lamentaba de la muerte de un amigo muy querido. “Morir, desaparecer siendo una persona brillante, una eminencia…”. Cuando le hablé de Dios me dijo: “¿Una persona tan inteligente como tú cree que Dios existe?”  Lo único que le pude decir es que al creer en Dios salía ganando pues a única vida que existe, según ella, yo la viviría feliz pensando que Dios me amaba.  Así que mi vida tendría un valor, provecho y disfrute mayor que la de aquellos estaban en un mundo sin Dios.

Resucitar, volver a la vida después de morir, es tema de muchas historias de ciencia ficción. Recuerdo una historia en los cómics que yo compraba en la farmacia. Esta hablaba de la opción que tenían los habitantes de la tierra en el año 4040, de poder morir cuando estuvieran cansados de vivir. Morirían plácidamente y a todo lujo en un lugar destinado para ello. Esa historia refleja la creencia (del que escribió la historieta) de que en nuestra vida el entusiasmo y maravilla de vivirla tiene caducidad y otra vida mejor no existe.  Simplemente desapareces.

¿Quiero yo resucitar?  Algunos creen en la reencarnación pero eso no es creíble ni me entusiasma… Regresar a la Tierra naciendo otra vez a lo que ya conozco... no es mi anhelo. Resucitar con las características que poseo ahora y volver al mundo imperfecto donde vivo no creo que sea una resurrección que valga la pena.

Jesús es para nosotros, mientras vivimos en este mundo, La Puerta, La luz del mundo, El camino, El pan de vida, La vid verdadera, El Buen Pastor. Todos esos “Yo Soy” nos protegen, sustentan y nos guían por la vida para llevarnos a la meta final de Salvación. Nos llevan al “Yo Soy La Resurrección y la Vida” Ese Yo Soy es: ¡Asombroso, Espectacular!

La resurrección que yo anhelo es la que Jesús nos da. Es mayor aún que la resurrección que él efectuó en Lázaro. Jesús dice que la resurrección que él ofrece si creemos en Él es para la eternidad. ¡Jesús es Vida, Resurrección y Eternidad!

En la eternidad hay riquezas en gloria no imaginadas que están para nosotros. Esto es así pues a Dios le ha placido hacernos partícipes a través de Jesús de una herencia de la cual no puedo tener idea pues es mayor que todo lo que hay en el Universo. Antes de nosotros existir Dios tenía ese regalo preparado para nosotros con todo su inmenso Amor. Esa es la eternidad que me entusiasma ¡sencillamente porque Dios está allí!

Sobre las riquezas en gloria nos habla la carta de Pablo a los Efesios.

Efesios: 3 “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo; 4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él; 5 en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad; 6 para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado; 7 en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia”.

Esa es la eternidad que me emociona ¡Sencillamente Dios está allí!  Mientras estoy en esta vida me da una alegría inmensa saber que la maldad momentánea de este mundo no tiene eternidad. ¡El amor sí! Estoy segura que todos anhelamos una eternidad en amores con nuestro Señor.

Gracias Señor por revelarnos el misterio del camino que nos lleva hacia a ti que eres eterno y amoroso. Ahora es de todos conocer esa clave que estuvo oculta. La clave del misterio para llegar a Dios es: Jesús de Nazaret.

Aida de Ayala de Sevill