¿Qué estoy respirando y qué debo respirar?

“Así que no se preocupe, pequeño rebaño. Pues al Padre le da mucha felicidad entregarles el reino”. (Lucas 12:32)

La pregunta que me obliga a hacer una introspección de cómo me siento hoy, por qué me siento así, y qué debo hacer para sentirme mejor.  

Recuerdo que cuando era pequeña, me gustaba hacer competencia en la playa con mis hermanos, primos y amigos.  El juego consistía en quién duraba más tiempo debajo del agua sin respirar. El más que duraba, lo considerábamos el mejor nadador, el más valiente, el más atrevido en el agua; hasta el que no le tenía miedo a nada.

Cuando lo traigo en el contexto de lo que estoy viviendo día a día durante la cuarentena, me siento que, aun siendo una cristiana, humana, y muy vulnerable a la realidad aunque pueda estar debajo del agua sin respirar mucho tiempo, las tormentas, las altas olas y el viento recio, me pueden hacer ahogar de preocupación, de ansiedad, de miedo, de incertidumbre y hasta de cansancio.

Si miramos al evangelio de Marcos 4:35-40, Jesús les pide a sus discípulos que cruzaran al otro lado del lago, sabiendo que mucho de sus ellos eran pescadores.  Conocían el mar de Galilea.  Sabían que las tormentas eran frecuentes debido a los vientos que soplaban sobre la región. Aun así, cuando se desata una gran tormenta, Jesús durmiendo en la parte posterior de la barca, los discípulos lo despiertan porque pensaban que se ahogaban. Los discípulos sintieron lo que posiblemente podemos estar experimentando. Jesús me enseña dos cosas. Primero, que Él siempre va a estar en la barca y segundo que es en medio de la tormenta que nuestra fe crece.

En ocasiones me siento o nos podemos sentir, que no respiramos lo que tanto la Palabra nos recuerda sobre sus fieles promesas. Porque vemos y escuchamos lo negativo del momento, el ahora.  Pensamos mucho en el futuro y nuestras emociones se revuelcan.  En ocasiones la paz, la confianza, la fe, la esperanza, es lo que menos sentimos o expresamos. Hasta nuestros labios apenas se abren para alabarle.

Entonces, ¿qué voy a hacer? ¿Qué debo respirar para tener confianza, sentir paz, ser valiente, sentir gozo? ¿Para enfrentar las tormentas reconociendo que Jesús está en la barca conmigo, reconocer que sus promesas son verdaderas, que me creó y me conoce perfectamente?

Pues qué tal si desarrollamos resistencia para respirar la Palabra de Dios.

Lucas 12:32

“Así que no se preocupe, pequeño rebaño. Pues al Padre le da mucha felicidad entregarles el reino”.

1.      Pequeño rebaño – somos sus ovejas, (Hebreos 13:20) “Señor Jesús, el gran Pastor de las ovejas”. Nos protege y nos provee.

2.      Padre – nos da amor, ternura, autoridad y guianza, (Juan10:30) “El Padre y yo somos uno”.

3.      Reino – nos da su poder y sus riquezas en gloria (Lucas 1:33) “Su reino no tendrá fin.”

(Salmo 44: 4) “Tú eres mi Rey y mi Dios”.

Dios es nuestro Pastor, Padre y Rey. Nos protege, nos ama y nos da poder.

Desarrollando resistencia debajo del agua, tendremos una mejor respiración y nuestros pulmones espirituales siempre estarán llenos de aire (Espíritu Santo) que me sostiene día a día.

Gracias Señor por Tu Palabra que es alimento a mi espíritu y alma.

Lidí López