Dios transforma, restaura y sana

«6 Estoy seguro de que Dios, que comenzó a hacer su buena obra en ustedes, la irá llevando a buen fin hasta el día en que Jesucristo regrese.  9 Pido en mi oración que su amor siga creciendo más y más todavía, y que Dios les dé sabiduría y entendimiento, 10 para que sepan escoger siempre lo mejor. Así podrán vivir una vida limpia, y avanzar sin tropiezos hasta el día en que Cristo vuelva; 11 pues ustedes presentarán una abundante cosecha de buenas acciones gracias a Jesucristo, para honra y gloria de Dios» (Filipenses 1: 6, 9).

Les comparto los próximos versículos de Filipenses que hemos estado dialogando en los devocionales familiares. Continuamos con el capítulo 1, versículos 6-11.

Pablo, hablando a los Filipenses les afirma que la buena obra que comenzó a hacer Dios en sus vidas la va a continuar perfeccionando hasta el día que Cristo venga. Él estaba recibiendo el fruto de lo que Dios estaba haciendo en la vida de los Filipenses.  Esto nos hizo pensar cómo Dios nos ha ido transformando, restaurando y sanando a través de los años que hemos caminado junto a Él. Un camino en donde Él nos sostiene provee, dirige, corrige y nos enseña. Esto es un proceso de toda la vida. Vemos que no somos los mismos de hace 3, ni 5, ni 10 años atrás. Dios nos ha ido transformando para darnos frutos de bendición.

Dejo en el tintero para pensar y dialogar en familia, ¿hemos dado buen fruto? ¿Podrán otros disfrutar de lo que Dios ha hecho en nuestras vidas? ¿Qué áreas de nuestras vidas necesitan mayor intervención de Dios?

En el versículo 9 vimos cuando Pablo ora por esa amada iglesia pidiendo amor, sabiduría y entendimiento para la mejor toma de decisiones. Dialogamos que el amor abunda al tener mayor intimidad con la fuente del amor: “Dios es amor" (1ra Juan 4:8), y que el tener espacios íntimos con Él, nos lleva a poder discernir mejor el bien del mal. Y esto, ¿para qué?  Para que nuestras decisiones y acciones reflejen el amor de Dios que mora en nosotros. Para que seamos la sal de la tierra.

Claro, nadie ha dicho que esto es fácil. Requiere de sacar tiempo diario (semanal, mensual) para uno retirarse a hablar con Dios y estudiar la Palabra. En ese proceso, dejemos que Dios nos hable y nos muestre lo que tenemos que entregar; que sane nuestras heridas.  Que nos capacite con nuevas fuerzas, estrategias, sabiduría y dirección para el camino que todavía nos resta por recorrer. ¿Estamos dispuestos?

Qué tal si oramos juntos: “Padre, que sea tu conocimiento lo que nos haga entendidos y nos lleve a tomar decisiones sabias para escoger lo mejor de acuerdo con tu pensar; para así vivir una vida pura llevando frutos de justicia, obras de buenas acciones para que Tú seas glorificado. Que otros te puedan ver a través del servicio, a través de nuestro proceder y actuar. Ayúdanos a intimar más contigo para que sea tu amor y tu conocimiento lo que nos dé la sabiduría y la dirección de cada día. Que seas Tú nuestra fuente.”

Que así nos ayude Dios.

Michelle Cintrón Olivieri