Por lo general, vemos las estampas de la natividad y percibimos espacios tranquilos y libres de tensión. Notamos rostros de asombros y lo que parece ser una madrugada tranquila. Pero no hay nada más lejos de la realidad. En el nacimiento había dos jóvenes que no encontraban un lugar adecuado para el parto de su criatura y con unos testigos que no eran la mejor carta de presentación de una escena hermosa. El temor podría ser lo que ocupaba el corazón de José y María.

La Navidad es una alegre celebración del nacimiento de la paz. Lo que sea que esté pasando en tu vida y en tu familia esta semana, ya sea que esté dentro o fuera de tu control: ¡ten paz! Nuestras vidas y circunstancias están en el control de Dios.

Lo que cantan los ángeles es que hay paz ofrecida a través de la llegada del niño en Belén. Ese anuncio, afirma que la paz no se trata de un estado de tranquilidad, sino mas bien de confianza al enfrentar nuestros temores. La paz es materia de actitud para enfrentar los desafíos que nos presenta la vida.

La paz que viene de Dios no es la que muchos tienen en mente. No es amabilidad o tranquilidad. No es solo la ausencia de conflicto. Es una relación entre las personas que cultivan una relación con Dios y están dispuestas a sobrepasar los temores de esa relación.

Para recibir paz, es necesario trabajar por la justicia y la reconciliación.

“«Gloria a Dios en las alturas,
y en la tierra paz a los que gozan de su buena voluntad».”

— Lucas 2:12-14

POSTAL DE NAVIDAD

En la segunda semana recordamos la PAZ.

Este segundo domingo de Adviento a nos preparamos con gestos de amor al prójimo. Esta semana recordamos la esperanza a través de Isaías, quien predijo el nacimiento de Cristo. Representa la expectativa sentida en anticipación de la venida del mesías.

Gran parte de la temporada navideña transcurre con prisas y espera. Nos apresuramos a decorar, comprar regalos, asistir a fiestas y ver a la familia. Esperamos a que se horneen las galletas, que llegue Papá Noel y un reconfortante regreso a la normalidad. En medio de todo esto, es fácil olvidarse de ayudar a nuestros hijos a comprender qué hace que esta temporada sea importante: pasar tiempo con sus seres queridos y reflexionar sobre el maravilloso regalo de Jesús.

Juntos escriban al menos una carta, nota o postal a algún familiar, amigo o maestro que haya estado al servicio de los demás. Agradece lo que hace por los demás y oren juntos por esa persona.

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