SEMANA #2: ADORACIÓN

DÍA 10: CORAZÓN AGRADECIDO

19 DE SEPTIEMBRE DE 2019

Ciertamente, la historia de Ann no es un cuento de hadas. Mas bien, es como una tragedia shakesperiana. Cuando era pequeña, su hermana pequeña persiguió un gato en una granja y quedó aplastada bajo las ruedas de un camión. Incapaz de hacerle frente a lo sucedido, su mamá se internó en un hospital siquiátrico y su papá nunca volvió a ser el mismo. Una pérdida tan devastadora, puede marcar a la familia. Una vida, un alma.

Pero la historia de Ann no se detiene aquí. Desafiada por una amiga, ella se involucró en una tarea diaria de observar, enlistar y de dar gracias a Dios por las cosas buenas que había disfrutado cada día, sin importar cuán pequeñas fueran.

El libro de Ann Voskamp, Mil regalos, en donde ella narra la historia de ese reto y cómo este cambió su vida, fue lo que llamamos un “best seller”. La gratitud es un cambio de vida. Esto es una parte integral de la adoración.

Algunos de los salmos escritos por David el pastor, rey de Israel, establecen que fueron escritos en un lugar particular o período específico de su vida. Pero el Salmo 103 no tiene esa inscripción. No tenemos idea de cuándo David escribió este salmo de agradecimiento. Pudo haber sido cuando celebraba el regreso del Arca del Pacto con Jerusalén o cuando estaba afligido por la pérdida de su hijo. pequeño. Tal vez lo escribió después que Betsabé dio a luz a Salomón o mientras él huía de la mano asesina de su hijo rebelde, Absalón. Quizás se compuso para una ocasión en la corte, como la coronación de David o durante los comienzos de su reinado en Hebrón. O tal vez se originó en Jerusalén, después que Judea e Israel se unieron bajo el reinado de David. No lo sabemos.

Quizás es mejor que ocurra de esa manera. Después de todo, la gratitud que David expresa en este salmo, son apropiadas para cualquier ocasión. La gratitud es adecuada para los buenos y malos tiempos así como para todos los tiempos.

¿Cuándo fue la última ocasión que agradeciste a Dios por haberte perdonado todos tus pecados; por haberte sanado de tus enfermedades, por haber redimido tu vida del pozo del infierno (o del pozo de la depresión) o por haberte coronado con amor y compasión?

¿Cuándo fue la última vez que le agradeciste por satisfacer tus necesidades y tus deseos; por haberte renovado tus fuerzas?

David hace todas estas cosas, en solo los primeros cinco versículos. Sin embargo nosotros, con demasiada frecuencia, nos contenemos o bajamos el tono en nuestro agradecimiento cuando Dios no ha sanado esa enfermedad particular o queremos más de lo que Él nos ha dado.

Pero, como dice David, “El Señor trabaja con los oprimidos íntegramente y con justicia”. Él es compasivo y afable todo el tiempo. Él es abundante en amor todo el tiempo. Nosotros tenemos muchas razones para agradecer, aun en medio de los momentos más oscuros juicios.

Un corazón malagradecido no puede adorarle, porque la vida de adoración es el resultado de una vida agradecida. Quizás, por eso no se nos dice cuándo se escribió el Salmo 103. Porque la expresión de agradecimiento a Dios no depende de nuestras circunstancias. No importan las circunstancias que podamos encontrar, Dios permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo (Lea 2 Timoteo 2:13). La grandeza del amor de Dios continúa excediendo los cielos más altos y la integridad de su perdón se extiende tan lejos como el este es del oeste. Aun un corazón roto puede dar gracias en todas las circunstancias (Lea 1 Tesalonicenses 5:18), según Pablo, el apóstol nos encomendó. David lo hizo. Y Ann Voskamp lo aprendió.